Por José Luis Sardón
En el marco del vigésimo tercer aniversario del Tribunal Constitucional, el magistrado José Luis Sardón hizo una reflexión sobre la relación entre las Constituciones y la prosperidad de los países.
Luis Sardón sostuvo que “al evaluar los pros y contras de la democracia sobre el desarrollo económico, se concluye que determinados esquemas institucionales potencian el impacto positivo de la democracia en el desarrollo; otros, no.”
En esa línea, destacó que la Constitución de 1993 impulsó normas significativas para el desarrollo económico.
Según resaltó, dichas normas consolidaron la liberalización de la economía peruana, estableciendo un marco de protección jurídica a diversos aspectos como:
- Libre iniciativa privada y economía social de mercado.
- Libertad de trabajo y de empresa.
- Límites formales y sustantivos a la actividad empresarial del Estado.
- Prohibición de los monopolios legales.
- Libre comercio exterior e igualdad de trato a la inversión extranjera.
En ese sentido, recordó los cambios económicos alcanzados como la reducción del 53% al 25% en los niveles de pobreza.
Democracia constitucional y Estado de derecho
En seguida, Sardón indicó que “durante este tiempo, el Régimen Económico de nuestra Constitución ha sido una de nuestras fortalezas. Empero, nuestra Estructura del Estado no ha facilitado el surgimiento del estado de Derecho.”
La lección fundamental de la política comparada es que no hay democracia constitucional sin partidos y sin sistemas de partidos. Descalificar apresuradamente a estos como organizaciones criminales es abrirle paso a aventuras autoritarias, sostuvo.
“Debe valorarse debidamente la continuidad en el tiempo de algunas organizaciones políticas y censurarse el aventurerismo de otras. El dinamismo económico requiere apoyarse en instituciones políticas estables; de lo contrario, no llegará a florecer plenamente”, aconsejó.
